martes, 28 de noviembre de 2017

Ceguera ¡Satanás!

La destrucción de las vidas de un extraño sin la menor duda de que cumples con tu deber y de que eres una persona moral es la nueva forma del mal, la forma invisible de maldad en la modernidad democrática, junto un Estado que se rinde o se entrega completamente a esa maldad, un Estado que solo tema la incompetencia y quedar rezagado respecto a sus competidores, pero que ni por un momento duda de que las personas no son más que unidades estadísticas. Las estadísticas son más importantes que la sociedad; el tamaño de un país, su economía y su poder político son más importantes que el valor de uno de sus habitantes, aún cuando hable de democracia. Nada personal, solo negocios: he aquí el nuevo Satanás de la modernidad democrática.
Como votantes, no juramos una lealtad inquebrantable al partido político que buscamos y comparamos para satisfacer nuestras necesidades o deseos, y seguimos usando sus servicios mientras siga cumpliendo nuestras expectativas, o hasta que encontramos otro partido que promete satisfacer los mismos deseos más minuciosamente que el adquirido con anterioridad. Cuando nuestros pensamientos políticos tienden al rechazo se agota la capacidad para ser deseado, se agota la capacidad de partido y abrimos la puerta al Satanás.
Bauman y yo. CF.G









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